69.8 kg
2 Vasos de agua con limón y una cucharadita de sirope de agave
1 taza de infusión de rooibos con jengibre fresco
2 litros de agua
¡Por fin esta sensación de alegría y energía! Hoy, cuarto día de ayuno, he rebosado bienestar. Cuesta trabajo recordar los primeros días esta sensación de armonía.
Cuando estamos pasando por la crisis de desintoxicación (dolores de cabeza, molestias musculares, ritmo cardíaco algo mayor,etc...) nos parece mentira que el ayuno nos vaya a llevar a un estado de bienestar general, pero así es. Cuando se pasa del tercer día notamos que no tenemos molestias, ni baja energía, ni mal humor... Todo eso quedó ya atrás.
Yo ya lo he dejado atrás. Sé que ahora me esperan días de alegría, de lucidez mental y bienestar físico. Cuando haces regularmente períodos de ayuno te acostumbras a escuchar las señales de tu cuerpo, esas que sólo ayunando parecemos escuchar. Por ejemplo, ayer cuando salí a pasear por la mañana, comencé la caminata por una avenida muy concurrida de tráfico. Pasaban por mi lado autobuses, coches con prisas... No soportaba el olor a combustión de los tubos de escape. Cuando respiraba parecía notar cómo el humo negro entraba directo a mis pulmones. Rápidamente cambié el itinierario y fui a seguir paseando a un gran parque apartado del tráfico.
Lo que quiero decir con "escuchar al cuerpo" es que, en condiciones normales, hubiese seguido caminando por la avenida, como tantas otras veces. Sin embargo, mi cuerpo me mandaba señales de que respirar ese aire no me hacía bien. La mayoría de las veces vamos y venimos con tanta prisa, pasamos por el día a día tan a la ligera, que no podemos permitirnos escuchar NUESTRAS necesidades. Es complicado descansar cuando el cuerpo lo pide, o comer a una hora diferente a la que tenemos programada, o andar descalzo por el cesped cuando paseamos... Pero tenemos que ser conscientes de que no nos estamos cuidando.
El cuerpo es nuestra herramienta para vivir. Es lo que conecta ese "ser interior" que cada uno somos con el mundo, es lo que nos permite disfrutar de las alegrías y aprender con los fracasos. A veces olvidamos que necesitamos a nuestro cuerpo en igual medida que a nuestra mente (por llamar de algún modo a esa "vocecilla parlanchina" que nos dirige a diario) Somos vísceras, carne y sangre. No somos divinos ni seres abstractos. Cuidar nuestro cuerpo es sólo responsabilidad nuestra y debería ser nuestro objetivo.
Yo me comprometí conmigo misma a hacerlo; para disfrutar de mis seres queridos durante mucho tiempo, para ayudarlos y no darles quehaceres, para ser feliz cada mañana al abrir los ojos.
Y aquí estoy, seis años después de aquel compromiso, en mi 12º ayuno.
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